Las caricias de manos vacías
los mensajes de cartas rotos
los besos de bocas marchitas
las treguas que lograban tus ojos.
Se nos escapaba la vida
huyendo contigo de mí
volveríamos suicidas
a hacernos sonreír.
No hay nada que duela
como elegir y equivocarte
estropearlo a conciencia
para volver tu corazón de piedra.
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