miércoles, 23 de septiembre de 2015

"Sin la mujer, la vida es pura prosa"

Mis esperanzas, del color de sus ojos.

De esas mujeres que mejor no compartirla
pero tampoco atarla, por si deja de ser ella
porque sería como abatirla
convertir en pez a la sirena.

De las que nunca se maquillan
pero lloran lágrimas negras
de las que bailan y gritan
de esas que siempre llevan ojeras.

De las que al oído solo susurran obscenidades
aunque solo quieren hacer el amor
de las que no dan oportunidades
y nunca les tiembla el corazón.

De esas que tienen la frente bien alta
y provocan revuelos
de las que descolocan con el vuelo de su falda
y desembocan en desvelos.

El sexo sentido.

Dicen que la risa
nos hace libres,
y nadie se reía como ella
y me hacía preso de cada carcajada.

Dicen que la belleza
está en los ojos del que mira,
en los ojos que brillan
cuando brilla la vida.

Dicen que los besos
de ciertas bocas saben mejor
pero si has probado los suyos
el resto te saben insípidos.

Dicen que las caricias
sacuden los miedos, y frenan las prisas
algunas incluso esclavizan
que pides permiso, y te arrodillas.

Dicen que puedes enamorarte del olor de su pelo
que trafica con sensaciones
que es cloroformo si te roza,
y dejas de responder a razones.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Adiós

A mi abuelo, porque las personas más grandes,
se conforman con las cosas más pequeñas.


Recorrían las calles tranquilos, esas calles que solo andas para ir a un lugar específico pero a las que nunca recurrirías como trayecto rutinario, una generación los separaba, conocían tan solo las inquietudes más superficiales del otro y sin embargo podían adivinar cualquier pensamiento. Se acompañaban mutuamente, el camino se convertía en una confidencia, era largo pero habían decidido hacerlo andando para recordar esas palabras sin ruido de fondo, con toda la confianza que 25 años de cariño otorgan. Andaban cabizbajos pero intentando no perder la ilusión, sabían que el futuro para ella era incierto, pero se habían jugado mucho. Le dolía tener que irse. A ella le quedaba tanto por aprender de aquel anciano y a él le quedaban tantos sueños por ver cumplir, que cuando ella anunció su ida envejeció su rostro y se encogió su alma.
El camino transcurría lento, hablaban entrecortado sin enlazar ideas, pero sin causar un solo silencio incómodo. Tenían la suficiente confianza como para no tener que explicarlo todo. Ningún “Llámanos de vez en cuando” ni “Come bien” o “abrígate, que por el norte hace frío”. No era necesario, ya se lo habían dicho todos, él quería que llegara a lo más alto.
Cuando a penas faltaba nada para llegar al aeropuerto, paró y se puso a llorar, las lágrimas rozaban las comisuras de sus labios y dejaban sus mejillas marcadas por el negro del rimel.
Entonces él se dio cuenta de que ella sólo era fuerte en su imaginación, que realmente necesitaba creer que lo era para dejar que se fuera. La abrazó fuerte y siguieron caminando.
Al llegar, ella ya no lloraba le abrazó aún más fuerte y le dijo “Tú me has hecho y me has formado como persona” él no dijo nada, le dio un beso en la frente reprimiendo sus ganas de llorar y cuando estaba a punto de darse la vuelta le contestó “Me has demostrado que eres valiente, siempre lo has hecho, pero hoy... hace falta serlo para aparentar que no tienes miedo, para conseguir tranquilizar a los demás con tu actitud”. Bajó de ese avión llorando como había subido, pero sin llegar a permitirse mostrarse débil. Lloraba porque estaba sola pero en realidad no necesitaba a nadie.


domingo, 6 de septiembre de 2015

LO QUE SÍ Y LO QUE NO


Los moldes, los tópicos, lo que está bien y lo que no tanto. Lo que me ata y me esclaviza, lo que está bien visto, lo que hacen las señoritas, lo que nunca deberían hacer. Las sociedades y sus prejuicios, y sus juicios. Sus normas, sus leyes, sus deberes, sus reglas, las reglas de la vida, nuestros objetivos que muchas veces se convierten en miedos.
Lo que deberíamos desear, lo que podemos desear, lo que queremos desear y al final, lo que nos permiten desear. Lo establecido y lo civilizado, lo conocido, lo vulgar y lo ordinario, los temores que nos inculcan para no salirnos del rebaño. Lo correcto, lo que se considera triunfar, lo que se considera celebrar un triunfo. A donde te lleva la corriente que es muchas veces donde te atasca. Los atascos, las rutinas, el segundero, el minutero, el pasar de las horas, que pasen demasiado rápido, que nos cambien la hora.
PERO, las vueltas de la vida, las que damos nosotros, lo impredecible y lo mágico, lo que nos sorprende, para bien o para mal. Las reglas que no cumplimos, los sueños, los que todavía no son objetivos, los derechos, los que tenemos y los que todavía nos faltan y también soñamos, lo que soñamos en silencio y lo que gritamos a los cuatro vientos. Lo raro, lo inusual, los que no tienen prejuicios, ni fronteras, los que desean con fuerza, las sociedades que son humanas.
Los caprichos concedidos, que te mimen, que te quieran, que te abracen, que te besen. La saliva.
La piel de gallina, el placer y el éxtasis, los recuerdos, los que aparecen en ellos, los que solo son eso, recuerdos, los descansos y cansarte y que te cansen, el miedo y acabar con él.
Las ilusiones que iluminan, las decepciones, las alegrías, las nuevas etapas, los cambios, no encajar nunca del todo, parar el reloj, lo incorrecto pero que nos hace felices, lo que sobrepasa los límites, sobrepasarlos. No encontrar palabras para describir una sensación, expresarlo en suspiros, en risas o sonrisas, en miradas, en lágrimas, en abrazos.
Las miradas que lo dicen todo, los que lo dicen todo con una mirada, los que callan, los que aceptan y los que luchan. Los que leen y los que escriben, los que sienten y se callan, los que sienten y lo dicen, los que gritan, lo que se grita, las personas, los pequeños detalles, los detalles que nos hacen felices, los detalles que lo cambian todo, el insomnio y el ingenio.

El tiempo, la felicidad, lo prohibido, los que nos quieren y a los que queremos, los que nos hacen felices, los que dan su vida por nosotros y todas las veces que nosotros la hubiéramos dado por ellos.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Adoctrinados

Nos enseñan las palabras
pero no a hablar,
nos enseñan a escuchar
pero no el valor del ruido,
nos enseñan a llorar
pero no a entender las lágrimas.

Nos enseñan a pensar (o eso creemos)
pero no a tener ideas,
nos inculcan la necesidad de estar acompañados
perdiéndonos lo mejor de nosotros.

Nos enseñan a creer
pero no nos dicen en qué,
nos enseñan a desvestirnos
pero no a desnudarnos,
nos enseñan a avanzar,
pero no a aprovechar los tropiezos para coger carrerilla
(Se creen que) nos enseñan a amar,
a cualquier persona excepto a uno mismo.

Nos enseñan que deben enseñarnos,
cuando los mejores momentos
los pasas con el puño en alto.