domingo, 8 de noviembre de 2015

Mi cara en un poema (de los que cuesta leer)

Me gustaría que alguien me dedicara un poema,
en una hoja de libreta arrancada,
con los márgenes sucios y un intento de letra bonita.
Que el nombre me haga sonreír,
y el autor me diga que dudaba entre varios.
Que no me hable del tiempo,
ni sea una oda a mi alegría.
Quiero que me susurre el mejor orgasmo de mi vida,
que las letras se monten una orgía,
que el contenido sea lo de menos
pero que al mismo tiempo,
me describa los gemidos que todavía no he gritado.
He emborronado con agua salada la tinta que pretendía contar algo,
y yo no le he dejado.
Mi cabeza me lo gritaba y yo,
dejaba mis manos quietas.
Quietas como las de los autores que todavía no me han escrito nada.
Y ellos mismos ni siquiera saben todo lo que me tienen que contar,
todo el mundo tiene algo que contar,
incluso esos que lo guardan para que nadie lo lea.
Todo el mundo tiene alguien por quien escribir,
a quien dedicarle cada trozo del papel,
o de la cama.
Y puedes no enseñárselo nunca,
o que lo encuentre por accidente.
Puedes escribir un himno,
mucha gente se merece uno,
o puedes escribir gritos,
los míos, los de un pueblo,
gritos de placer o de rabia.
Escribo cuando lloro y lloro cuando leo,
y así es imposible mantener la cordura.
Me sirve como excusa para escribir.
Y para sobrevivir.
Si todo el mundo escribiera sus problemas,

sobreviviríamos todos mucho mejor.8

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