Anoche vino a mí
disfrazada de mujer
y me susurró al oído
prometo no volver a verla más.
Y se llevó,
todas las lágrimas que ya no necesito.
Y esperar que el amor,
nos espere a la vuelta de la esquina.
O simplemente.
Nos espere.
Apagó el fuego del mechero,
con los demonios que salen del infierno,
y se quedó conmigo,
la pena.
Quiero decir.
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